SONORA REVOLUCIONARIA:
Inicio de la revolución Mexicana:
La Huelga de Cananea
Cananea 1906
En Cananea, Estado de Sonora, “La Cananea Consolidated Cooper Co”; que explotaba los valiosos yacimientos de cobre, habían hecho ya insostenible la situación de los mineros. Las minas eran cada vez más húmedas y profundas, pero no se mejoraba la aireación artificial, ni el sistema de bombeo del agua. Los mineros trabajaban casi en la oscuridad, con un calor insoportable y chapoteaban entre el agua, diez horas consecutivas. Todos los jefes, hasta el modesto capataz, eran norteamericanos y tenían sueldos varias veces superiores al del obrero mexicano mejor pagado.
Inicio de la revolución Mexicana:
La Huelga de Cananea
Cananea 1906
En Cananea, Estado de Sonora, “La Cananea Consolidated Cooper Co”; que explotaba los valiosos yacimientos de cobre, habían hecho ya insostenible la situación de los mineros. Las minas eran cada vez más húmedas y profundas, pero no se mejoraba la aireación artificial, ni el sistema de bombeo del agua. Los mineros trabajaban casi en la oscuridad, con un calor insoportable y chapoteaban entre el agua, diez horas consecutivas. Todos los jefes, hasta el modesto capataz, eran norteamericanos y tenían sueldos varias veces superiores al del obrero mexicano mejor pagado.
En 1906, la situación era insoportable y para colmo, un capataz norteamericano, sádico y saturado de un espíritu de superioridad, se solazaba de insultar y molestar al máximo a los mineros mexicanos. Estos dirigidos por cuatro mineros preparados y “valientes”, LAZARO GUTIERREZ DE LARA, MANUEL M. DIEGUEZ, ESTEBAN BACA CALDERON Y JOSE MARIA IBARRA, lograron unirse estrechamente y pedir a la empresa la destitución del sádico capataz, condiciones mas higiénicas para el trabajador y el mismo salario que pagaban a los norteamericanos por igual trabajo.
La empresa respondió que “por medida de precedente” no podía remover a ninguno de sus empleados por petición de los trabajadores, y en cuanto al salario, no lo igualaba, porque NO SE PODÍA COMPARAR UN MEXICANO CON UN NORTEAMERICANO, y que el que no quisiera continuar trabajando, tenia la libertad de dejar el trabajo.
Al ser rechazadas sus peticiones, los obreros de Cananea iniciaron la huelga el 1 de julio de 1906. Por la tarde hicieron una manifestación e invitaron a los obreros de la sección de carpintería a que se unieran a ellos, al aceptar los carpinteros y madereros, los norteamericanos se enfurecieron y dos de ellos, los hermanos Metcalf, exactamente tal y como aparece en las películas del Oeste que proyecta nuestra televisión, hicieron fuego sobre los obreros mexicanos, completamente indefensos. Matando a diez de ellos. Los manifestantes se indignaron en tal forma, que sin más armas que sus puños, se lanzaron contra los Metcalf y los destrozaron a puntapiés y puñetazos.
Así inicio un enfrentamiento entre soldados porfiristas contra obreros dotados únicamente de palos y piedras. Al no poder darle solución al conflicto el entonces gobernador de Sonora Irazabal presionado por Mister Green, el dueño de la empresa minera norteamericana, pidió traidoramente tropas a los Estados Unidos, entrando 275 “rangers” norteamericanos, al mando del coronel Rining a atacar a los mexicanos.
“LOS MINEROS ENCARCELADOS FUERON COLGADOS. OTROS FUERON LLEVADOS AL CEMENTERIO DONDE LOS OBLIGARON A CAVAR SUS FOSAS Y ALLI MISMO FUERON FUSILADOS”
Esteban Baca Calderón, Manuel M. Dieguez y José Maria Ibarra fueron enviados a la cárcel.
VERDADEROS REVOLUCIONARIOS SONORENSES
Lázaro Gutiérrez De Lara,
Manuel M. Dieguez,
Esteban Baca Calderón
José Maria Ibarra
FALSOS REVOLUCIONARIOS
Álvaro Obregón
Adolfo de la Huerta
Plutarco Elías Calles
Estos personajes coinciden en que fueron enviados por los hacendados o eran hacendados sonorenses que buscaban proteger sus intereses del inevitable destino que les esperaba, tal como ocurría en el resto de la Republica, donde Pancho Villa y Emiliano Zapata ya comenzaban a castigar a los hacendados y a despojarlos de sus propiedades
La empresa respondió que “por medida de precedente” no podía remover a ninguno de sus empleados por petición de los trabajadores, y en cuanto al salario, no lo igualaba, porque NO SE PODÍA COMPARAR UN MEXICANO CON UN NORTEAMERICANO, y que el que no quisiera continuar trabajando, tenia la libertad de dejar el trabajo.
Al ser rechazadas sus peticiones, los obreros de Cananea iniciaron la huelga el 1 de julio de 1906. Por la tarde hicieron una manifestación e invitaron a los obreros de la sección de carpintería a que se unieran a ellos, al aceptar los carpinteros y madereros, los norteamericanos se enfurecieron y dos de ellos, los hermanos Metcalf, exactamente tal y como aparece en las películas del Oeste que proyecta nuestra televisión, hicieron fuego sobre los obreros mexicanos, completamente indefensos. Matando a diez de ellos. Los manifestantes se indignaron en tal forma, que sin más armas que sus puños, se lanzaron contra los Metcalf y los destrozaron a puntapiés y puñetazos.
Así inicio un enfrentamiento entre soldados porfiristas contra obreros dotados únicamente de palos y piedras. Al no poder darle solución al conflicto el entonces gobernador de Sonora Irazabal presionado por Mister Green, el dueño de la empresa minera norteamericana, pidió traidoramente tropas a los Estados Unidos, entrando 275 “rangers” norteamericanos, al mando del coronel Rining a atacar a los mexicanos.
“LOS MINEROS ENCARCELADOS FUERON COLGADOS. OTROS FUERON LLEVADOS AL CEMENTERIO DONDE LOS OBLIGARON A CAVAR SUS FOSAS Y ALLI MISMO FUERON FUSILADOS”
Esteban Baca Calderón, Manuel M. Dieguez y José Maria Ibarra fueron enviados a la cárcel.
VERDADEROS REVOLUCIONARIOS SONORENSES
Lázaro Gutiérrez De Lara,
Manuel M. Dieguez,
Esteban Baca Calderón
José Maria Ibarra
FALSOS REVOLUCIONARIOS
Álvaro Obregón
Adolfo de la Huerta
Plutarco Elías Calles
Estos personajes coinciden en que fueron enviados por los hacendados o eran hacendados sonorenses que buscaban proteger sus intereses del inevitable destino que les esperaba, tal como ocurría en el resto de la Republica, donde Pancho Villa y Emiliano Zapata ya comenzaban a castigar a los hacendados y a despojarlos de sus propiedades
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